Las Primeras Comuniones

Hace muchos años escribía esta reflexión para mi colaboración con el programa de la COPE que tenía, y lo hemos vuelto a reproducir en estos días, en el programa que Alfonso y yo colaboramos ahora en la misma emisora, porque nos parece de vital importancia recordarles a los padres e invitados a la ceremonia de una Primera Comunión, el respeto y la actitud con la que se debe asistir.

El domingo, en la misa de mi Parroquia quedé atónita con la falta de respeto de muchos asistentes a la misa tenían en momentos tan cruciales como la Consagración o la Comunión. Aquello parecía un intermedio de cualquier espectáculo. Todo menos una Eucaristía.

Os dejo estos pensamientos porque pienso que nos deben invitar a difundirlos y a reflexionarlos.

Nuestra reflexión invita a todos a replentearse con el respeto que una celebración de esta importancia se merece.

"Llevamos ya vividos algunos días del mes de mayo y hablar de este primaveral mes, es hablar de Primeras Comuniones, y es que…¿Quién de vosotros, queridos oyentes, no ha asistido o asistirá a alguna o incluso a varias en estos días?

Un año más, seremos testigos asistiendo de nuevo, no sin cierta tristeza, los sábados y domingos del mes de mayo, a esa sucesión de desfiles de niños y niñas de 9 o 10 años: Niños capitanes de fragata, niños almirantes de marina y niñas ataviadas como novias, antes de tiempo.

La Primera Comunión de nuestros niños, cada vez tiene mucho de social, pero... ¿Cuánto de religioso? Nosotros en muchos de los casos, creemos que se ha convertido en un acto social más, en que, lo más importante es preparar la atención a los invitados, la ropa que nos vamos a poner, la comida que vamos a servir en la celebración después de la Iglesia, las fotos y el video que vamos a hacer al niño y los recuerdos que vamos a regalar a aquellas personas que asistan a la celebración, dejando de lado y sin ocuparnos, al menos con el mismo esmero y dedicación, de enseñar y vivir verdaderamente junto a nuestros hijos este día especial, dándole importancia y haciéndole ver a nuestros niños, que lo más importante será el momento en el se acerquen y reciban por primera vez a Jesús Sacramentado, bajo el signo del pan, único y principal motivo de ésta celebración.

Desgraciadamente cuando llega el momento de la celebración de la Primera Comunión, es un día en el que se aprecia grandes contrastes, ya que en un número elevado de casos, las familias de los niños y niñas que se preparan para hacer la Primera Comunión, no habían aparecido por la Parroquia desde que se bautizaron, y no volverán casi con toda seguridad a hacerlo hasta que se confirmen, si se confirman, y volverán a desaparecer hasta la boda “ Si es que se casan por la iglesia”… Y es que no hay procesos continuados de crecimiento en la fe en un elevado número de casos. Además, también ocurre que en las familias de muchos de esos niños, (papás, hermanos, tíos, primos…), no se vive la fe y el seguimiento de Jesús, ni lo “cristiano” tiene ninguna repercusión en su vida, en sus actitudes, en la transformación de los ambientes en que se viven, ni se tiene además, ninguna intención de que esas cosas cambien con motivo de la “Primera Comunión” de su hijo o hija.

Los niños asisten a las catequesis para hacer la Primera Comunión, y muchos lo hacen para prepararse y poder celebrar la gran fiesta, con los regalos y el convite de ese día, pero pocos saben, o son conscientes que este día es un paso más para seguir en su crecimiento cristiano.

Prueba de ello lo tenemos en los pocos niños que siguen después en la catequesis, creciendo y fortaleciendo su fe.

Muchos padres piensan que con la Primera Comunión acaba el proceso de formación cristiana de sus hijos, y que con la asistencia a la misa dominical, y en muchos casos ni eso, ya es suficiente. Ese proceso de crecimiento cristiano, no solo no acaba en este día, sino que es ahí precisamente cuando comienza, pues al poder participar el niño de los Sacramentos, se incorpora a la comunidad cristiana, celebrando con ella su fe y su proceso de crecimiento espiritual.

Este día tan especial para toda la familia es un gran día de fiesta para el cuerpo, pero principalmente para el alma. Jesús, el Señor, se hace Pan de Vida, para que podamos alimentarnos con Él, y al mismo tiempo nos da la oportunidad de reunir en torno a nosotros, a nuestros amigos y familiares, para celebrar nuestra alegría.

Creemos por tanto, que por todo esto, seria bueno que en las Parroquias y comunidades cristianas se promuevan cada ves más, los espacios de formación, debate y diálogo entre los cristianos y grupos cristianos sobre la celebración de los sacramentos: Su sentido, sus condiciones, sus compromisos y exigencias, la forma de vivirlos, la edad en la que ofrecerlos… para así crear cada vez más conciencia en los padres y familiares que se acercan a la Iglesia para celebrar este Sacramento junto a sus hijos.

Queridas familias, queridos padres, permitidnos desde aquí deciros que la gran riqueza de las personas, está en su interior. La sobrevaloración de las cosas materiales y mundanas provoca la vanidad. Por el contrario, estar atentos a nuestro interior y al de los demás, nos hace sentir verdaderos y realizados.

Os animamos a que no dejéis de hacer vuestra tarea de educadores. Mirando con responsabilidad y respeto sagrado el interior de vuestros hijos. Los niños pueden conectar fácilmente con Dios y vosotros podéis ayudarles a hacerlo. Sois los primeros encargados de ponerles en relación con Él, junto también con las catequistas y los sacerdotes. Pero, sería coherente y hermoso, que vuestros hijos al ser mayores, puedan decir que aman y adoran al Dios de sus padres.

Amigos, hasta aquí nuestro espacio de hoy. Ojalá, en la medida de nuestras posibilidades, también nosotros y vosotros queridos oyentes, catequicemos con nuestras palabras y coherencia de vida, cuando asistamos o acudamos como familiares o invitados a alguna Comunión".

Ciao.