lunes, 17 de julio de 2017

Lección de la ambulancia


Hoy os ofrezco una reflexión que nos ayudará a madurar un sano sentido del verdadero valor de los bienes de la vida.
A veces nos falta el sentido de la proporción, pues distorsionamos la importancia de las cosas y perdemos la paz del corazón por pequeñeces que ambicionamos desmedidamente.

Tal vez hoy nos hemos encontrado con una ambulancia y quizás eso nos obligó a pensar en el dolor, en ese pobre enfermo que iba camino del hospital.
Esa ambulancia ha sido para nosotros un despertador de esa modorra espiritual que elimina enseguida de la reflexión el mundo del dolor.
Por eso, Dios permitió que la ambulancia se cruzara en nuestro camino. Esta mañana nos levantamos sanos, y esta noche tal vez también nos acostemos sanos, y tal vez por gozat de esa buena salud de la que gozamos, no pensemos en la riqueza inmensa que es la salud, y nos quejamos a veces porque nos falta algo de escasa importancia.
¿No es más justo agradecer porque gozamos de excelente salud y no quejarnos por cosas que en verdad son pequeñeces?
Aprendamos la sabiduría de ver en Dios al dador de los bienes fundamentales, y no tanto al negador de ciertas comodidades…

Una vez leí esta frase: “Me quejé de no tener zapatos, hasta que contemplé un hombre que no tenía pies”.
En verdad una experiencia así nos abre al sentido de la proporción, pues moderamos nuestras quejas en medio de una intensa gratitud por los bienes básicos que disfrutamos.

Ciao.

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